Aunque ha conservado su puesto con la remodelación del Ejecutivo, ha librado sonoras 'batallas' en el año y casi cinco meses que lleva al frente de Consumo
Alberto Garzón, cuestionado fuera y dentro del Gobierno por su campaña contra el consumo excesivo de carne, aunque ha conservado su puesto con la remodelación del Ejecutivo, ha librado sonoras 'batallas' en el año y casi cinco meses que lleva al frente del Ministerio de Consumo, en los que ha desatado la ira de sectores como el juego y la alimentación.
Primero fue la del juego "online": el pasado mes de noviembre, Garzón llevó al Consejo de Ministros el real decreto que limita la publicidad y que ha ido entrando en vigor de forma escalonada, con un período transitorio de hasta diez meses.
En esa 'batalla' para poner coto a "la ley de la selva" que regía, a su juicio, en el sector publicitario audiovisual de los operadores del juego, se ha enfrentado al sector privado y a su patronal.
Cejuego ha tachado el decreto de injusto e injustificado con el juego privado porque entiende que somete al sector de nuevo a un doble rasero al excluir entre sus medidas más restrictivas la publicidad de los juegos de azar de SELAE (Loterías y Apuestas del Estado) y la ONCE.
Los operadores protestan porque a partir del 1 de septiembre ya no se puedan emitir más anuncios sobre el juego "online" en ningún medio de comunicación, con la excepción de una franja horaria de la madrugada, y que se den por concluidos todo tipo de patrocinios deportivos que tengan como fondo a las casas de apuestas.
Por esta cuestión, Garzón ha tenido enfrente también a La Liga de Fútbol, que ha recurrido la normativa, como lo ha hecho la Asociación Española de Juego Digital o la Asociación de los Medios de Información (AMI), entre otros.
La industria alimentaria ha sido otra de las que se ha levantado contra Garzón y el escollo, en este caso, ha sido Nutriscore, el sistema de etiquetado frontal nutricional que ha defendido con uñas y dientes porque cree que "salva vidas".
Pretende aprobar este sistema antes de final de año y utilizarlo como base para restringir la publicidad de alimentos menos saludables, sobre todo los dirigidos al público infantil.
El algoritmo en el que se basa el Nutriscore concede una calificación u otra dependiendo de los elementos nutricionales cuyo consumo se recomienda limitar (calorías, grasas saturadas, azúcar y sal) y aquellos que son beneficiosos (proteínas, vitaminas y fibras).
Las críticas le han llovido también desde la oposición, que cree que este sistema califica mal a los productos 'marca España' y va contra la dieta mediterránea, como le han repetido los productores de aceite de oliva y del jamón y otros productos ibéricos.
El propio ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, también expresó públicamente en febrero su "preocupación" por las notas que otorgaba este modelo a esos alimentos.
Su campaña en las redes #ElAzúcarMata" del pasado mes de octubre también le ha provocado algún que otro quebradero de cabeza con el sector agrario.
El equipo de Garzón defiende hasta la saciedad que los refrescos, la bollería, el chocolate y los yogures son algunas de las fuentes ocultas de azúcares añadidos en nuestras despensas, y que esa es una de las principales causas de diabetes y obesidad en el mundo.
La campaña, que comparaba el consumo de azúcar con el tabaco, provocó la indignación del sector agrario, especialmente de Castilla y León y Andalucía, principales productoras de remolacha azucarera.
Y esta semana Planas se la ha recordado a viva voz después de que difundiera en su perfil de Twitter la campaña recomendando consumir menos carne para proteger nuestra salud y la del planeta, y de la que el ministro de Agricultura ha asegurado no haber sido informado.
Planas ha querido dejar clara su postura: esta campaña "es tan errónea como la del azúcar mata" porque en esa cuestión "sobran dogmatismos" y es "injusto" que se señale con el dedo al sector cárnico.
Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sólo le bastó una frase para sentenciar la campaña de Garzón cuando le preguntaron por la polémica generada: "A mí, donde me pongan un chuletón a punto, eso es imbatible".
Pero la polémica del chuletón y las que ha protagonizado en el pasado no han bastado para sacarle del gabinete. El acuerdo de coalición con Unidas Podemos establece que debe mantenerse el peso de la formación en el Gobierno de coalición, lo que ha blindado a Garzón en la mesa del Consejo de Ministros.