“Valle-Inclán era un iluminado”, señaló
Rafael Álvarez ‘El Brujo’. El actor cordobés afrontará otro de sus retos personales como artista con ‘
El alma de Valle-Inclán’, un montaje que podrá verse en el
Teatro Villamarta este viernes 8 de octubre y donde reinterpreta textos del célebre autor de la Generación del 98.
“Durante el confinamiento me inspiró este hombre singular y de vida vibrante”, añadió El Brujo. “Alivió mi melancolía y finalmente me curó de las drásticas circunstancias que estábamos viviendo”. En ese repaso de la vida y obra del creador del esperpento, el actor fijó su atención en ‘Divinas palabras’ y, especialmente, en las acotaciones escritas en el texto. “Ellas han sido para mí las palabras de aquellos ciegos que contaban historias señalando en un puntero las imágenes de un telón”, precisó.
En ‘El alma de Valle-Inclán’, Rafael Álvarez no sólo da su personal visión sobre el autor gallego, sino que, como es habitual en sus últimos montajes, establece en tono de comedia una conexión ineludible sobre el escenario entre las acotaciones valle-inclanescas y la realidad de nuestros días. Así las cosas, El Brujo cuenta que, al comienzo de la pandemia, sufrió simonitis; bromea con la capacidad intelectual de algunos políticos; y aborda el lado engañoso y superfluo de las tecnologías, entre otros temas de actualidad.
Precisamente, esa unión con lo que sucede en nuestros tiempos es lo que distingue y realza las versiones que El Brujo ha venido llevando a cabo de los clásicos en los últimos años, con gran éxito de crítica y público. Con anterioridad, se atrevió con Shakespeare, Moliére, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, entre otros.
En ‘El alma de Valle-Inclán’ muestra cómo él entiende a “uno de los personajes más importantes del teatro en el siglo XX”. A su juicio, su obra “se inspira mucho en la tradición oral, en las leyendas medievales, en los cuentos populares”. Un manantial de inspiración en el que el actor cordobés suele beber con frecuencia, adaptando al teatro el trabajo de los juglares, la literatura popular o la leyenda.
En cualquier caso, considera que “Valle-Inclán fue único”, un creador a contracorriente “con una visión del mundo que la gente no comprendía porque no llegaba a la altura de su visión filosófica y estética”. Y es que, para el escritor, no había lugar para la mediocridad y entendía la vida como “un juego” que dura poco.
Sin escenografía ni más compañero de reparto que el músico Javier Alejano, El Brujo evoca en este montaje la imagen del pie descalzo de Mari-Gaila desnuda o invoca a la diosa galaica y al compadre Miau, entre otros personajes. El paralelismo que suele establecer entre la ficción dramática y la actualidad podrá apreciarse entre el fallecimiento trágico -al borde de lo esperpéntico- de Juana la Reina y los ancianos arrumbados en sus residencias.