Me disculpará el lector si a estas alturas de la película decido cambiar mis Cantos de Cisne por estas mas esperanzadas Crónicas de Fénix: fueron aquellas despedida francesa y estas pretenden ser omelete nutricia y motivo de regeneración y de salud y prosperidad. Siendo así, no podía encontrar mejor inicio que esta 12 M – 15 M que recorre España y de cuyos preparativos he tenido estos días ocasión de conocer en Andalucía, Extremadura, Castilla León y las Vascongadas.
Es obvio que escribo esto -por necesidades del guión- antes de que estas convocatorias tengan lugar y de que en Jerez, por no ir mas lejos, nuestros indignados se hayan mezclado en tumulto con feriantes, faralaes, caballos y trajes de corto, siendo así que peor que a caballos les tratan y quien más y casi todos menos, cada vez mas de corto navegamos.
Si el pasado año nos hacíamos cábalas sobre quién tripulaba el barco que fue capaz de anegar todas las ciudades de importancia de esta nación -no sólo Sol- y desbordó como “spanish revolution” nuestras fronteras hasta acampar en Trafalgar y Wall Street; serán de izquierdas, son derechas...les manipula Rubalcaba, son correveidiles de Rajoy..., este año, este del 12M-15M ya no cabe duda: ni de izquierdas ni de derechas, simplemente indignados.
Y es que llegados al caso al que hemos llegado -cabría decir, al que nos arrastran- no hace falta ser de derechas para estar indignados -y motivos no les faltan- ni se ha debido votar izquierdas para estarlo. No, no es ese el fielato que da paso a la indignación, la frontera es otra y para estarlo sólo cabe platearse íntimamente si se es ciudadano o súbdito, una cosa y otra, perfectamente plausible en España, si a la letra y el espíritu de la nuestra Constitución atendemos.
Si decide uno ser súbdito -por mal que suene es una elección como otra cualquiera y como cualquiera otra igualmente respetable- no tendremos por qué indignarnos, pues que a esta indignidad hemos llegado y como tal habremos de asumirla, sin rechistar ni hacer gestos; si de ciudadanos nos damos, cabe entonces la indignación y aún la cólera de quien por unos y por otros se sienten expropiados en vida de todo cuanto se consiguió como derecho de ciudadanía, y del nacimiento a la muerte.
No se debe asumir, y mantener al tiempo la dignidad, ante la pérdida de derechos en Educación propia y de nuestros hijos; no se puede admitir la pérdida de derechos médicos y asistenciales y asumir que hemos de pagar por nuestros medicamentos y por comer en nuestros hospitales, y por nuestras ambulancias -que las pagamos de nuestros impuestos- para que el sistema siga siendo gratuito -alguien vio jamás tamaña desfachatez-; no se puede ser digno expulsando del sistema a los inmigrantes que por años han trabajado con nosotros y han levantado mucho ladrillo, recogido mucho pimiento y puesto muchas copas por el sólo hecho de que ahora, como cualquier español, también están en paro...Qué será con esta población sin asistencia médica reglada, echada a tratarse en Urgencias, quién sino los “dignos” españoles sufriremos de esas interminable esperas...No se puede ser digno, por mucho que a cambio nos cuenten el cuento de ser propietarios de Bankia, con preferentes, como los grandes timos financieros de los últimos años...
Ya no escribiré más cantos de cisne -los repudio- y me apunto a estas Crónicas de Fénix -también ave- impulsora ésta del eterno resurgir. De plumaje rojo y amarillo, como el Fénix, en fuego vivo, incandescente.
Jerez
12 M - 15 M
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