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Cruz, autor de la matanza de Parkland, es condenado a cadena perpetua

Tres de los doce miembros del jurado votaron en ese entonces en contra de ejecutar a Cruz, alegando que sufría problemas mentales

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  • Nikolas Cruz -

Nikolas Cruz, el joven autor de la matanza en 2018 en una escuela secundaria de Parkland, en el sur de Florida (EE.UU.), fue condenado formalmente este miércoles a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

La magistrada estatal Elizabeth Scherer pronunció en un tribunal en Fort Lauderdale, al norte de Miami, un veredicto ya sabido, en vista de que el pasado mes el jurado no logró la unanimidad requerida por ley para recomendar la pena de muerte a Cruz, ahora de 24 años.



Tres de los doce miembros del jurado votaron en ese entonces en contra de ejecutar a Cruz, alegando que sufría problemas mentales, por lo que al joven se le perdonó la vida, un veredicto que suscitó la indignación de una gran mayoría de los familiares de las víctimas.

Cruz se declaró el pasado año culpable de todos los cargos que afrontaba tras asesinar con un fusil de asalto a 17 personas y herir a otras 17 el 14 de febrero de 2018 en la escuela Marjory Stoneman Douglas, de la que era alumno.

Esposado y vestido con uniforme naranja, el joven miraba hoy sin mostrar emoción alguna a la magistrada mientras ésta leía, por momentos con la voz entrecortada, las 34 sentencias consecutivas que imponía por cada una de las víctimas mortales y heridos, y que condenan a Cruz a pasar el resto de su vida en una cárcel estatal.

"Son una maravillosa fuerte comunidad", se tienen uno al otro, les dijo Scherer a los familiares de las víctimas presentes en la sala poco antes de leer las sentencias, y luego de señalarles que sus historias personales "no serán olvidadas".

La imposición de la sentencia se dio en el segundo día de audiencias en la que los familiares de las víctimas brindaron conmovidos e indignados testimonios, y donde por primera vez pudieron dirigirse directamente a Cruz, a quien le reprocharon con duros términos la devastación que ha producido en sus vidas el asesinato de sus seres queridos.

"Vas a sufrir y vas a pasar dolor, mucho dolor", le dijo a Cruz Manuel Oliver, padre de Joaquín Oliver, una de las víctimas mortales en el tiroteo, y el último en brindar su testimonio este miércoles.

"Por lo que escuché, los asesinos de niños son muy mal vistos y odiados en prisión. Doy la bienvenida al día en que me digan que has sido torturado por tus atroces asesinatos a sangre fría, premeditados y calculados, porque no te mereces menos", le dijo por su parte Linda Beigel Schulman, la madre del asesinado maestro Scott Beigel.

Para muchos de los familiares, la conclusión del proceso judicial supone al mismo tiempo el cierre de una dolorosa etapa y la posibilidad de seguir adelante con sus vidas, bajo la promesa de nunca dedicar más tiempo al autor de la masacre, tal como señalaron algunos de ellos.

"Después de hoy, nadie hablará de este asesino, será olvidado", dijo en la corte Annika Dworet, la madre de la víctima de 17 años, Nicholas Dworet, y quien cerró su alocución leyendo los nombres de su hijo y los otros 16 asesinados.

En el primer día de audiencias, Max Schachter, padre de Alexander, descargó parte de su rabia contra el argumento de la defensa, según el cual la matanza tiene su origen en los daños cerebrales que sufrió Cruz a causa del consumo de drogas y alcohol por parte de su madre mientras estaba embarazada.

"Aquí no hay daño cerebral y es un insulto para la gente que realmente lo tiene", exclamó el progenitor, quien durante su testimonio hizo un pormenorizado recuento de todo el tratamiento médico y psicológico que recibió el joven a lo largo de su vida. "(El tiroteo) fue un acto de pura maldad", aseveró.

Una vez sentenciado, Cruz será trasladado desde la cárcel del condado de Broward en la que se encuentra a un centro de procesamiento del sistema correccional de Florida y luego a una prisión de máxima seguridad, donde al comienzo previsiblemente estará separado del resto de presos en virtud de un programa de protección.

En algún momento, posiblemente en unos años, los funcionarios de la prisión finalmente considerarán que es seguro ponerlo junto al resto de la población carcelaria.

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