El tradicional partido del Gobierno en Groenlandia, el Siumut, ha conseguido una pequeña pero suficiente mayoría en las elecciones especiales convocadas ayer tras un escándalo sobre gastos ilegales que ha amenazado con acabar con más de 30 años de mandato casi ininterrumpidos.
La ex primera ministra, Aleqa Hammond, se vio obligada a tomarse una baja de ausencia el pasado 30 de septiembre tras acusaciones de uso de fondos públicos con fines privados. Hammond se encuentra bajo investigación.
No obstante, el nuevo líder del partido, Kim Kielsen, deberá negociar con las otras fuerzas para alcanzar una coalición de Gobierno. El 34,3 por ciento obtenido en los comicios apenas sirve para rebasar al principal partido de oposición, el Inuit Ataqatigiit que lidera Sara Olsvig, que se ha hecho con un 33,2 por ciento, según resultado oficiales.
Ambos partidos han obtenido el mismo número de escaños en el Parlamento (once de 31), pero el Siumut ha obtenido más votos, por lo que tiene la potestad de liderar las negociaciones para formar coalición.
La colonia danesa de Groenlandia --que en realidad se autogobierna desde 2009-- es el objetivo de muchos inversores por su potencial minero, en especial de uranio, gracias a que el Siumut levantó una moratoria sobre la extracción de este material radiactivo, algo a lo que se opine radicalmente el partido Inuit.
Los inversores esperan que la reválida del Siumut permita explotar la riqueza del país. La explotación de estos recursos podría desembocar en la completa independencia respecto de Dinamarca siempre y cuando Groenlandia desarrolle sus infraestructuras, su comunicación con Europa y Estados Unidos (su capital, Nuuk, está en realidad más cerca de Nueva York que de Copenhague) y su normativa para la extracción minera.