La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (Felgtb) dedica este año 2020 a la lucha de las mujeres lesbianas, trans y bisexuales (LTB) para alcanzar la igualdad real en los ámbitos político, cultural, educativo, económico y social. “Si la mujer en general no está suficientemente visibilizada, multiplica esa discriminación por diez mil si se trata de una mujer lesbiana”, explica Susana Domínguez, presidenta de JereLesGay.
El colectivo está expuesto tanto al machismo y la misoginia como a la lesfobia, transfobia y bifobia. La falta de referentes contribuye a la opresión de género que sufren. “Ha habido ministras lesbianas que no han reconocido su condición”, apunta. Sin embargo, Pedro Sánchez llegó a tener a dos gays entre los miembros de su Gobierno, Màxim Huerta y Fernando Grande-Marlaska, este último actualmente al frente del departamento de Interior.
Pero pasa exactamente lo mismo en el ámbito cultural, musical o televisivo, por referir algunos otros ámbitos públicos. “A las chicas jóvenes les cuesta salir del armario si no tienen espejos en los que mirarse”, explica. La cotidianeidad no es propicia, desde luego. No hay protocolos específicos de ginecología, por ejemplo, para la atención sanitaria de las mujeres lesbianas, bisexuales y trans, señala. Esto resulta incómodo. Tampoco se prodigan la información y las campañas de prevención en salud sexual para mujeres que mantienen relaciones con otras mujeres. Esto tiene su riesgo. I
gualmente difícil es emprender proyectos vitales como ser madres. Desde 2013, con Ana Mato como responsable de Sanidad, lesbianas y bisexuales no pueden acceder a las técnicas de reproducción asistida en el Servicio Nacional de Salud. En este sentido, la federación nacional reclama la orden ministerial que garantice el acceso a todas las personas y Domínguez es partidaria del denominado método ROPA, siglas en inglés de recepción de óvulos de la pareja, tratamiento de fecundación in vitro que se comparte entre ambas mujeres: una se somete a la estimulación ovárica para aportar los ovocitos y su pareja gestará el embarazo y dará a luz. En cualquier caso, como ha denunciado reiteradamente Feltgtb, la pareja habrá de estar casada necesariamente antes de que nazca el bebé para poder inscribirlo en el Registro Civil, a diferencia de las parejas heterosexuales.
En el ámbito laboral, la discriminación es más sutil en el caso de las lesbianas, “se han dado pasos para el reconocimiento de las parejas aun sin estar formalmente unidas”, pero sufren en sus hogares el doble impacto de la brecha salarial. Las mujeres transexuales, que siguen sin ver reconocida la autdeterminación de su identidad, lo tienen más difícil en este aspecto. La federación nacional cifra en un 85% la tasa de desempleo y ha advertido en numerosas ocasiones que esta discriminación, en un 80% de los casos, las aboca en muchos casos al trabajo sexual.
El colectivo sufre en general la violencia. Por una parte, la cosificación, “concebidas por un amplia sector masculino como objetos sexuales susceptibles de satisfacer todas sus fantasías”. Por otra, como víctimas de delitos de odio. Según un informe de la federación nacional de 2018, el 73% de los delitos de odio fueron denunciados por hombres gais; solo el 21% fueron denuncias de mujeres lesbianas. Pero calculan que entre el 60 y el 80% de los actos violentos se silencian.