La tarde del Viernes Santo dejó imágenes insólitas en el recorrido de la Hermandad del Santo Entierro por su barrio de San Francisco y por el resto de callejuelas rondeñas. Desde la salida en la calle empedrada, donde se vieron los más de 400 fieles hermanos y mujeres vestidas de mantilla, se olía algo especial. Cristo yacente y su madre envuelta en dolor pasearon dejando una jornada para el recuerdo.
El barrio de San Francisco y la Hermandad del Santo Entierro de Cristo y Nuestra Señora de la Soledad volvieron a dar muestras en la tarde noche del Viernes Santo de la férrea unión que mantienen a través de la devoción, la fe y el sentimiento.
Desde la calle Empedrada partía el cortejo en el que participaron alrededor de 500 hermanos desde los más pequeños a los más mayores. La Hermandad del Santo Entierro, la más antigua de la ciudad, mantuvo una gran expectación durante todo el recorrido que se alargó hasta las 00:30 de noche.
El Cristo yacente, el cual portaron 88 horquilleros, fue seguido de cerca en todo momento por su madre, que reflejaba enormes muestras de dolor y pena junto a María Magdalena y a San Juan Evangelista.
San Francisco volvió a dejar claro la devoción que derrocha hacia su Hermandad, hacia la cual también sienten afecto gran cantidad de rondeños.