El edificio que albergó el restaurante La Cepa de Oro –en la calle Porvera- va a ser próximamente rehabilitado para dar paso a un complejo que acogerá dos viviendas y tres apartamentos turísticos.
La solicitud de la preceptiva licencia se encuentra ya en exposición pública y a la espera de obtener la calificación ambiental necesaria para el desarrollo de un proyecto que permitirá la rehabilitación de una finca del siglo XIX que responde a la tipología de casa burguesa y que se encuentra abandonada desde el cierre del establecimiento.
Se trata de un edificio de tres alturas, cuya estructura deberá mantenerse, según reza en el PGOU. Además, deberán eliminarse los elementos o volúmenes añadidos que distorsionen la tipología original y los valores arquitectónicos y espaciales de la edificación. Cuando existan forjados de muy mala calidad (de rollizos y similares) y en mal estado de conservación podrían sustituirse éstos por otros resueltos con sistemas estructurales contemporáneos.
También tendrán que reajustarse los huecos del local de planta baja hasta sus dimensiones originales presumibles, eliminándose el voladizo que se conserva sobre el establecimiento y el aparato de aire acondicionado colocado en fachada.
En paralelo, se encuentra igualmente en exposición pública de cara a la posterior obtención de la licencia el reformado de un proyecto de rehabilitación de finca para edificio de viviendas situado en la calle Arcos que ahora se pretende dedicar a un complejo de apartamentos turísticos.
Es decir, hablamos en este caso de un proyecto de rehabilitación que inicialmente planteó el uso residencial del edificio y que ahora se quiere destinar a uso turístico.
La finca en cuestión ocupa el número 27 de esa calle y acogió hasta su cierre a una conocida panadería.
Hasta principios del pasado mes de junio, el Ayuntamiento había otorgado licencia a tres complejos de apartamentos turísticos, que en conjunto sumaban un total de treinta unidades: San Miguel (7), Juana de Dios Lacoste (14) y Larga (9). Los proyectos de las calles San Miguel y Larga implicaban el cambio de uso de construcciones ya existentes, que habían contemplado hasta ahora uso residencial y económico.
En el caso de Juana de Dios Lacoste, hablamos sin embargo de una finca que desde hace años presentaba un estado de total abandono.
