Las Perseidas son las reinas de las noches de agosto, cuando este mes comienza a mediar. Cuando éramos pequeños, en cuanto supimos de esta lluvia de estrellas, vivimos la madrugada estival como una sobremesa tan larga como la de la Nochevieja, pero con calor y en la azotea, en cuanto la vista se acomodaba. Cumplíamos entonces los años con una sola cifra o bien principiábamos la decena de una infancia próxima a acabar. En cualquier caso, ese escarceo nocturno por la escalera de la cocina era una aventura misteriosa y extraordinaria, con olor a tortilla francesa, a damas de noche o a marisma, en el caso de que pudiéramos pisar la arena, encantados por no verla.
Unos días o bien unas horas antes de que caigan del cielo, La Isla recibe a las Perseidas durante la noche blanca, unidas desde hace unos años por la fugacidad del movimiento mecánico del reloj, cuando el sol comienza a deslizarse por la tarde mientras pasea con la gente. Familias, amigos, quedadas en suma que se encaminan hacia una madrugada con nombre propio en verano, donde las notas musicales y los aplausos suenan, haciendo brillar la satisfacción en la mirada de los espectadores junto a la de los artistas, los empresarios, el personal del comercio y el de la hostelería isleña. Una noche mágica que va cumpliendo agostos con estrenos en la carta de un local, adornos en las calles y pases de la colección estival delante de la tienda organizadora, como en su día lo hicieron Rocío Ferreiro y la querida y recordada Isa Reula, que han dejado el testigo a Balmoral Concept y a otros comercios más jóvenes y no tanto de las calles Rosario y San Rafael.
La noticia recogida en el periódico local aporta un video donde hemos podido comprobar que la gente sigue respondiendo a la cita, a ese paseo distraído e inspirador al mismo tiempo, a esa parada para oír al grupo musical, para ver al artista pintando, dibujando o cantando a pie de calle, o a participar de un pase de moda por la alfombra que cubre el espacio de la tienda minutos antes del comienzo, lienzo que mientras se va desenrollando dispara los nervios de la incertidumbre, tensada por las interminables semanas de trabajo y lo imprevisible del estreno. Un momento inolvidable para todos, rematado con aplausos, gritos de ánimo y una lluvia de confetis tan breve, intensa y bella como la de las Perseidas.
La noche blanca se volvió rosa con el amanecer; en cambio, la lluvia de estrellas podremos disfrutarla hasta el penúltimo sábado de este agosto que empieza a irse mientras el verano se estira. Aún podemos sorprendernos con el haz de luz cruzando el cielo y aplaudir. Noches para recordar.
