La misma maqueta de página doble, que muchos tendrán guardada como recuerdo y otros grabada a sangre y fuego, es la que publicaba este periódico en su edición de papel -con otro contenido, evidentemente, pero el mismo tema- el 2 de septiembre de 2008, hace este domingo exactamente cuatro años, al día siguiente de que el lunes primero de mes comenzaran las obras del tranvía, la obra más importante en la ciudad tras la construcción de la Variante de la Nacional IV.
Como si de una premonición se tratara, ese 1 de septiembre de 2008 iba a entrar la maquinaria pesada en el tramo entre la plaza del Rey y Manuel de Falla, pero a la fecha fijada para el comienzo todavía no se había retirado ni el mobiliario, de forma que los semáforos y farolas seguían estando en su lugar.
Un retraso que se convirtió en la tónica general del proyecto hasta el punto de que cuatro años después aún no está terminado el tramo urbano, no se sabe cuándo terminará y, por supuesto, cuándo pasara el tren tranvía. Y si va a pasar, por cuánto tiempo, si hasta que se justifiquen las subvenciones europeas o hasta que el déficit del nuevo transporte obligue a suprimirlo y reestructurar la calle Real, ya cumplido el objetivo de arreglar el alcantarillado que el gobierno de Antonio Moreno cifraba en 5.000 millones de pesetas en los tiempos anteriores al euro.
La cadena de cumplimientos de plazos -tramo acabado, tramo comenzado-- resultó imposible de cumplir, en buena parte porque lo que se encontraron debajo del asfalto de la calle Real superaba esos 5.000 millones de pesetas de un decenio antes y no se podía cerrar un tramo porque no se podían acotar los servicios ordinarios como el agua potable o el alcantarillado.
A base de incumplir plazos, los tramos sin terminar se fueron uniendo hasta alcanzar media calle Real, en algunos momentos, para desgracia de comerciantes y de habitantes del centro que apenas podían entrar en sus viviendas. Mucho menos ariesgarse a ir a comprarse unos vaqueros a Aparicio Modas, por poner un ejemplo.
Subvenciones a comercios
Los políticos locales prometieron subvenciones para los comercios afectados mientras que desde la Junta a lo más que llegaban era a prometer que mirarían “con cariño” las solicitudes de esos comerciantes, pero solicitudes de programas de apoyo al comercio ya en marcha, no de una línea especial de ayudas. Y obviamente, ni hubo subvenciones extraordinarias ni se vio el cariño necesario, en tanto la población, en apenas dos meses de obras, ya se había dividido ‘oficialmente’ en dos, entre los que querían el tranvía por la Ronda del Estero y los que lo querían por la calle Real, con una ligera ventaja para los primeros.
Como nada es malo del todo ni del todo bueno, las obras, una vez que ya comenzaron en serio con las máquinas levantando la calle y arrancando todo lo que encontraban a su paso, se convirtieron en distracción de desocupados que pudieron asistir en directo, en función de su tiempo libre, al cambio de vísceras de la principal calle de la ciudad.
La otra distracción era saber qué tramo estaba cortado cada día, qué rodeo había que dar para comprar en determinada tienda y los que tenía más prisas, qué camino alternativo tomar sin pasar por la calle Real, con la seguridad de que sería más largo pero también más rápido.
Como curiosidad, ya en los últimos tramos de la parte que más prisa corría porque tenía que estar terminada para los actos del 24 de Septiembre de 2010 y ser atravesada por el Rey Juan Carlos y el desfile de la Fuerza de Infantería de Marina, se comprobó que un buen número de viviendas pagaban por un servicio que no tenían, el del alcantarillado, desde La Sacristía hacia abajo y que ocasionaba los derrumbes de la acera, uno de ellos la noche antes de la salida del Nazareno --un milagro- y que una vez tapado volvió a derrumbarse hasta que las palas excavadoras dieron con el problema.
Y así, de sorpresa en sorpresa, fueron llegando los daños colaterales -los ocasionados al comercio no eran colaterales, eran directos- y el incremento del presupuesto inicial que comenzó a dispararse casi desde el primer momento en que comenzaron a aparecer el alcantarillado de los tiempos de la Guerra de la Independencia y las demandas municipales para usar los mejores materiales posibles. Total, ya puestos...
Mejoras “de boquilla”
Sobre los gastos que han ocasionado esos daños colaterales y esas mejoras ya existe un pleito entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, si el nuevo delegado del Gobierno andaluz en Cádiz, Fernando López Gil y la consejera de Fomento y Vivienda, Elena Cortés. que es la que se encarga ahora del engendro no lo remedian en la visita que hará el viernes a la ciudad para hablar del tranvía. Porque esa es otra. Ayuntamiento y Junta firmaron un convenio en el que el primero asumía todas las mejoras del proyecto, aunque ahora discuten si las “sorpresas” se contabilizan como mejoras o como “sorpresas”.
Ahora ha podido saber este periódico que, para más abundar en un proyecto que el año pasado fue paralizado por la Justicia al haberse hecho sin proyecto de obras, tales mejoras se solicitaron “de boquilla”, de la misma forma que desde la Junta se contestaba con el mismo rigor con que estaban realizando las obras. Esto es, tan ilegalmente que si bien se decía en aquellos tiempos que era la obra más importante tras la Variante, también se podría decir que era la obra más ilegal tras el complejo Bahía Sur.
Lo que se avecinaba hasta la fecha y que en este recordatorio no se cuenta cronológicamente, ya se venía venir en el mes de noviembre de ese mismo año, cuando ante las dudas más que razonables de la población por las improvisaciones y retrasos, el alcalde de San Fernando reconocía en una rueda de prensa que el tranvía no contaba con estudio de viabilidad, basando ésta en que si funcionaba en otras ciudades y todo eran beneficios, tenía que funcionar en San Fernando.
Todo a medio hacer y a medio terminar
Con serias dudas sobre la compatibilidad entre los coches del tren-tranvía y los trenes convencionales de Renfe; con reticencias del Ayuntamiento de Chiclana a que el nuevo transporte pase por el centro de la ciudad hasta el punto de que el proyecto está parado a la entrada al polígono Urbisur y, por último, sin energía eléctrica para poder circular por San Fernando rozando ya lo rocambolesco, la Junta sigue licitando tramos y los trenes haciendo kilómetros de pruebas en el norte de España a la espera de llegar a La Isla, que quizá sea lo que anuncie la consejera el viernes.
El Gobierno local, ahora del Partido Popular opuesto al trazado del tranvía, ya ni siquiera se opone aunque tampoco hará nada de lo que le correspondía hacer en el proyecto inicial, como los aparcamientos disuasorios o las mejoras en el tendido eléctrico aéreo. Lo único que quiere es que la Junta se aclare. Sobre cómo se llegó a lo que iba a cambiar el centro para bien y lo ha cambiado para mal es motivo de otro reportaje. Aunque parece que enterraron algunos documentos debajo de la plataforma tranviaria.
Torres más altas han caído. Todo es cuestión de paciencia.