El tiempo en: Rota

San Fernando

“Las eléctricas están ralentizando la regulación de energías renovables”

A estas alturas la gente debería estar produciendo la electricidad que consume e incluso aportando la sobrante a la red y las empresas instaladoras trabajando en ello, dice Francisco Héctor Bouzo.

Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Cualquier sector productivo nuevo precisa de una implantación técnica y una regulación administrativa y ambas tienen que ir parejas. Cuando la implantación técnica se adelanta a la regulación, el sector no puede generar beneficios, el capital se marcha y fracasa. Al revés no ocurre porque las administraciones van por detrás de la tecnología. Eso fue lo que le ocurrió a las energías renovables, que se terminaron de implantar antes de estar reguladas, aunque en este caso la Administración sufrió y sufre los palos en las ruedas que le ponen las eléctricas. ¿Sucederá lo mismo con la  investigaciónde microalgas para biodiesel, alimentos o productos cosméticos?

—Usted ha recibido un premio de emprendedor del año. ¿Emprendedor y empresario es lo mismo?
—Sí y no. Emprendedor puede ser alguien que tenga una idea y empresario es el que la saca adelante. Emprendedores hay muchos, pero que pasen a empresarios no hay tantos. Eso es algo (que haya más empresarios) que nos haría mucha falta.

—El que dice que va a emprender y monta un bar, ¿es empresario o emprendedor?
—Yo lo consideraría como empresario puesto que la idea no tiene esas características como para considerarla emprendedora. A no ser que monte un concepto de bar que no conocemos hasta ahora. Emprender con ese matiz de innovación es lo que diferencia a alguien que tiene una idea de ese otro que quiere empezar su actividad empresarial con algo que en el mercado ya está bastante asentado. Como poner un bar, un taller… Pero la definición que yo le daría al emprendedor es la de alguien que sabe ver en lo cotidiano, en algo que vemos todos los días, una utilidad distinta a lo que la gente está habituada y sabe sacarle partido. Y no hace falta ser ingeniero, ni abogado, ni economista.

—Emprendedor es un ingeniero que se la ocurre una idea, que la pone en práctica y que está aportando un valor añadido a lo que existe actualmente. Ese es su caso. Usted empezó con la fotovoltaica, una industria que parecía el futuro y que nos solucionaba el problema de la electricidad tradicional, sobre todo en un país con tantísimas horas de sol, y que de la noche a la mañana se desinfla. ¿Qué ha ocurrido?
—Durante estos últimos años hemos tenido un boom de energías renovables, sobre todo fotovoltaicas, y ha dado mucho trabajo. La pena es que, desde mi punto de vista, no se ha sabido alargar ese potencial que tenía la energía renovable y hemos hecho en cinco o seis años lo que deberíamos haber hecho en quince. Por eso ahora las grandes empresas se van fuera. Eso se une a las dificultades para reciclar a todo ese sector para entrar en otras tecnologías diferentes a las fotovoltaicas, como biomasa, minieólicas que se está empezando a escuchar… por las barreras que ponen las grandes empresas eléctricas, de gas y la propia red eléctrica española. 

—-Usted habla de que se ha tardado poco tiempo en montar la infraestructura, pero el concepto de la energía renovable sigue estando vigente…
—El concepto sigue estando vigente, pero como ese concepto tiene que ir ligado a una regulación estatal que es la que ordena quién puede generar energía y quién no y en qué condiciones se le va a retribuir esa energía que está aportando al sistema, ha habido una mala previsión. Ha habido un buen efecto llamada para atraer a inversiones extranjeros y españoles a ese campo pero ha habido una mala regulación. Entonces, hemos hecho en muy poco tiempo lo que teníamos que haber hecho en más tiempo. ¿Qué se está intentado hacer ahora? El concepto de la generación distribuida, es decir, que cada uno intente generar y producir lo que va a consumir. El problema es que ese concepto choca frontalmente con los intereses de las compañías distribuidores de gas o electricidad, porque si alguien genera lo que consume, el negocio de estas empresas se viene abajo.

—O sea, que llegamos al principio de todo. Tenemos un sol espléndido del que se puede obtener toda la energía que queramos, vienen las eléctricas, hacen presión sobre el Gobierno, no dejan que haya un marco regulador y nos quedamos pagando la factura de la luz al precio que nos ponen, que no es poco.
—Básicamente, sí. No es que no dejen, pero sí están ralentizando muchísimo el proceso del fin de todos esos parques fotovoltaicos para que todas esas pequeñas empresas que vivían de esos parques grandes pasen a vivir ahora de las pequeñas instalaciones en viviendas de paneles solares o mini molinos eólicos. Aquí en Andalucía, hay una buena experiencia en los equipos termosolares, lo que es el agua caliente sanitaria que se ve en muchos tejados. Esas empresas que han puesto esas placas se podían dedicar a poner dos o tres plaquitas en cada caso, un molino pequeño, que ayuden a compensar el consumo que cada uno tiene en su vivienda. Esa legislación es la que se supone que durante este año iba a salir a la luz y estamos todos los instaladores esperando a que salga y a que se defina.

—(...)
—La idea era muy buena, que cada uno pudiera instalar en sus casas placas o molinos de manera que generase electricidad y de esa electricidad, la que él no consuma que la devuelva a la red, de manera que haya una contrapartida entre lo que uno genera y lo que consume y se pudiera compensar en la factura de la luz el sobrante. Es decir, si yo durante un mes consumo cinco pero genero diez, esos cinco de más que he generado me lo podrían compensar en la factura del mes siguiente.

—Entonces tenemos el mismo problema que en el caso contrario, que sí se necesita la electricidad de las grandes empresas. A los coches eléctricos no los dejan evolucionar las petroleras y a las energías renovables son las grandes eléctricas las que nos tienen cogidos por… la factura.
—El coche eléctrico tiene una particularidad y es que la ley vigente en España prohíbe revender la electricidad. Alguien que tiene una gasolinera no puede cobrarle la electricidad para cargar su coche eléctrico. Hay una especie de vacío que se está intentando arreglar y por eso todos los puntos de recarga de coches son gratuitos.

—Luego el problema siempre es regulatorio.
—Administrativo regulatorio. Digamos que la tecnología va por delante de la administración, lo mismo que ocurre en el sector de las telecomunicaciones que se rige por una normativa muy atrasada.

—Lo mismo que tenemos un sol espléndido, tenemos un medio natural del que se pueden extraer muchas energías. En Chiclana, concretamente, se está llevando a cabo un proyecto internacional, AllGas, con microalgas. ¿Qué potencial tiene el medio natural en el que nos movemos? ¿Qué riqueza tenemos y no estamos sabiendo aprovechar?
—El potencial es enorme. Aquí tenemos un medio natural que puede dar muchísimo juego, aunque también tenemos una normativa medioambiental que limita muchísimo qué se puede hacer o qué no, de forma que la dificultad radica en encontrar un proyecto concreto que pueda encajar en la normativa actual. En las salinas de San Fernando, Chiclana, Puerto Real… hay mucho que hacer. En el proyecto en concreto de las microalgas se está intentando sacar biodiesel, que está todavía un poco en el aire, pero los proyecto de investigación están, las plantas están ahí, es cuestión de seguir investigando porque eso llegará. Porque el problema no es que no se pueda conseguir, sino que al día de hoy el coste es excesivo. Pero igual hace veinte años era una barbaridad hablar de los coches eléctricos y ya empiezan a verse en el mercado, esto lleva su tiempo. Yo creo que en diez o quince años podremos estar ya viendo el inicio de esa tecnología que sea económicamente viable.

—Diez o quince años en investigación es un ratillo.
—Exactamente. Y no sólo en el caso del biodiesel, sino en el resto de campos de algas y microalgas y para sectores de cosméticos y alimenticios, que no sólo en el tema de combustibles. De eso aquí hay mucho potencial y de hecho, uno de los proyectos en los que trabajo es en el campo de las microalgas, pero en vez de ir por el campo de la generación de biodiesel he optado por una línea más cercana al público, que es el cosechado de microalgas. Estas plantas necesitan mucho volumen de agua con microalgas para después cultivarlas y secarlas para a través de ese producto y mediante un proceso químico, obtener el biodiesel. El problema es que la tecnología de secado y recolectado no está muy desarrollada. Mi proyecto en concreto es crear un prototipo para recolectar y secar las microalgas automáticamente, que puede ser aplicado tanto a la tecnología de biodiesel como producción de alimentos, para cosméticos… que espero que tenga cabida en el mercado.

—¿Eso se puede hacer en San Fernando?
—Se puede hacer y de hecho yo tengo mi proyecto para hacerlo en San Fernando. Las hay de agua salada y de agua dulce. Uno de los proyectos que tengo para el año que viene es recuperar una de las salinas abandonadas para intentar cultivar esas algas y ver si son rentables económicamente. Las de agua dulce también se pueden cultivar, con la ventaja del sol que tenemos aquí y que no lo tiene la mayoría de la gente.

—Y que también seca.
—Claro.

—Eso se va a unir a su máquina.
—Hay varios prototipos en mente y ahora a primeros de año esperamos construirlos y probarlos.

—Llegamos al mismo problema. Hay un marco regulador muy restrictivo en todo lo que es Parque Natural, que en San Fernando es todo, tendrá problemas para poner en funcionamiento esa salina abandonada y tenemos la esperanza de que se está produciendo un cambio normativo en la Ley de Costas que podría ser beneficioso.
—Mi experiencia personal en las dos veces que he estado en Cádiz en Medio Ambiente es que ellos están con los brazos abiertos a propuestas de todo tipo, de ocio, cultural, empresarial, que respete evidentemente el medio ambiente, pero sí con la flexibilidad que haría falta para iniciar una inversión.

—Como pasar de treinta a setenta años de concesión.
—A setenta, a cincuenta… A lo mejor setenta es demasiado y para algunos tipos de negocios se queda corto, pero yo pienso que debería de verse cada proyecto en particular porque a lo mejor hay un proyecto de ocio que en diez o quince años está amortizado, pero hay un proyecto de piscifactoría que necesita treinta o treinta y cinco. Se necesitaría esa flexibilidad.

—Hay predisposición en Medio Ambiente. ¿La hay también en los ayuntamientos? Algunos ofrecen las salinas, no hace falta ni que vayan a pedirlas.
—Me gustaría intentarlo en San Fernando y en principio del Ayuntamiento estoy recibiendo todo el apoyo posible, más en estos tiempos, y tengo varios proyectos sobre la mesa con ellos, muy interesantes tanto sobre mi línea de investigación como otros al margen de la ingeniería y creo que el año que viene empezarán a ver la luz varios de ellos.

—Se supone que no se pueden decir porque la idea vale dinero…
—No sólo la idea. Prefiero ir de la mano con ellos para que el día que lo anunciemos esté ese apoyo justo al lado. De aquí a la Semana Santa del año que viene surgirán varias noticias al respecto.

—Recibir un premio a nivel nacional, y no sólo de una universidad sino de sus propios compañeros, supongo que es una satisfacción y un reconocimiento a su trayectoria.
—Una trayectoria que en este caso no es muy larga, pero sí que he estado reinventando cada dos o tres años, a intentar innovar y a estar en lo último, en lo nuevo, con la fotovoltaica, con las microalgas, con la captación del C02 de lo que no he hablado pero para el que tengo un proyecto muy interesante para lo que es revalorización de biogás… Eso unido a la colaboración que tengo con el Colegio de Ingenieros a donde voy cada final de curso para explicarles a los alumnos que una vez que se termina hay más opciones que ser trabajador por cuenta ajena, que se puede emprender o ser empresario, como decíamos antes, que esa opción existe y que nunca la pierdan de vista.

—¿Cómo se portan los bancos con este tipo de proyectos?
—Regular. A mí me ha costado bastante, ahora no tengo mucho problema, pero sí que son bastante reacios. Pero al margen de los bancos hay muchas instituciones, como la Junta de Andalucía, ayuntamientos… dan muchísimo apoyo al que quiera empezar. Puede que estas ayudas se recorten un poco para el año que viene, pero hay que saber dónde buscar.

—Hay que leerse los boletines oficiales.
—No hace falta, Aquí en Cádiz simplemente llamando a la Asociación de Empresarios o a la Asociación de Jóvenes Empresarios te informan de todo de manera gratuita y tienen las puertas abiertas para todo el mundo. Allí una vez que les cuentas tu idea, te derivan hacia donde te puede ayudar e incluso este año ha habido convenios de financiación para pymes sin avales y con condiciones muy ventajosas.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN