Al final venía con un regalo bajo el brazo a recibir un premio más que merecido y que además es un premio singular, por cuando premia las trayectorias de los más grandes del flamenco, los que ya forman parte de la leyenda.
La Venta de Vargas se vistió de gala para recibir a una señora del cante jondo, por derecho, con un patrimonio detrás de buen hacer y de lucha y con un palmarés también, que se encargó de desgranar el presidente de la Cátedra de Flamencología de Cádiz, Antonio Barberá.
Carmen Linares llegó acompañada de su hijo, Eduardo Pacheco, que toma el apellido de su madre para llamarse como guitarrista y fue el que la acompañó en su actuación.
Una actuación que no estaba programada porque allí se va a recibir la consideración y el respeto de los aficionados. Pero Carmen Linares dejó ese regalo que todavía retumba en el patio de la Venta.
Cantó tarantos, con la voz fría que la notaba ella, no los que estaban allí disfrutando de esa sorpresa. Cantó por soleá sin esconderse -Carmen Linares, de todas formas, no sabe lo que es eso- y cantó por alegrías recordando a la Niña de los Peines y dejando clara la aportación musical de los sones del Caribe y de la América hispana al flamenco.
Y no cantó alegrías de Cádiz tradicionales porque eso lo había hecho antes Alonso Núñez Rancapino con la guitarra de Francisco Jiménez Rampli, también de Chiclana, que fue el artista encargado de homenajear a la homenajeada. Y vaya artista para una gran cantaora, que Rancapino ya es Leyenda del Flamenco, el primero y es legendario.
Así se vio, cantando por soleá, que las fuerzas se van con los años pero el sabor las suple y lo que es Rancapino en el cante lo es por el sabor, por cómo las dice, o las canta, las dos cosas a la vez.
No podía estar mejor la noche presentada por Lolo Picardo en nombre de la Venta y de Flamenco de La Isla, que explicó el porqué del premio y además invitó a Carmen Linares a descubrir una cerámica con su rostro que se vio cuando retiró el lienzo que la cubría.
Linares formaba parte, pero sin que nadie lo supiera, de esa exposición de cerámicas de cantaores realizadas por las manos del lebrijano José María Herrera Gallo, quien la acompañó en la ceremonia.
Y luego fue el acto principal, la entrega de la estatuilla de Camarón, la realizada por Antonio Mota que ha cedido los derechos sobre la obra a la organización del premio Leyenda del Flamenco.
Patricia Cavada, alcaldesa de San Fernando, entregó la estatuilla de José Monje flanqueada por el primer teniente de Alcaldía, Fran Romero y con el delegado de Cultura, Juan José Carrera, de testigo. Amén de los muchos aficionados que arroparon un acto inolvidable. Si no fuera porque esta casa lo grabó íntegro y en exclusiva.
Antonio Barberá explicó quién era Carmen Pacheco Rodríguez, Carmen Linares para el arte flamenco, “por mor de Juanito Valderrama que la bautiza así artísticamente.
“Nos encontramos ante una artista formada a la vieja usanza; es decir, avezada hasta límites insospechados en el conocimiento de los cantes y estilos más genuinos flamencos”.
Se forma -artísticamente hablando- en Madrid, localidad a la que llega con tan sólo 14 ó 15 años y se rodea de un elenco irrepetible de cantores, casi todos ellos pertenecientes a ese mítico tablao que fue Zambra, último reducto del flamenco más genuino y feté y en donde podemos citar a Pepe el de la Matrona, Juan Varea, Pericón, Fosforito, Rafael Romero El Gallina, etc, explicaba Barberá.
“Es decir, nos topamos de lleno ante una cantaora sabia, larga y estilística, formada ante la veteranía cantaora más ensolerada”.
“Esta gran herencia musical fue recogida con gran respeto por Carmen, incorporándolo ilustradamente a su saber cantaor, convirtiéndola en la gran artista que es desde hace muchos años, pues aparte del conocimiento, algo que tristemente se va careciendo en la actualidad”, dijo el presidente de la Cátedra de Flamencología de Cádiz.
“La de Linares le aporta al cante, un rajo estremecedor lleno de matices y tonalidades, personalidad propia que la distingue del resto, un enorme poder comunicativo que conecta intensamente con el público y una jondura inusitada que estremece al más pintado, transportándonos irremediablemente a los mismos orígenes del nacimiento del flamenco”.
“Obviamente estas cualidades -cuasi dones divinos- los poseen sólo los elegidos, que son escasísimos, siendo tú Carmen, una de ellos. Por eso eres en la actualidad uno de los principales pilares del arte flamenco”, dijo Barberá.
El presidente de Cátedrá enumeró los principales hitos de la jiennense recordando que ha sido una de las primeras artistas flamencas que, invitada por la Orquesta Filarmónica de Nueva York, actuó en el Lincoln Center.
El diario The New York Times la calificó de cantante con “un poder expresivo extraordinario”. Junto a directores de la talla de Frühbech de Burgos, Josep Pons y Leo Brower se ha presentado cantando El amor brujo y La vida breve en el Teatro Colón de Buenos Aires, en el Teatro Ópera de Sydney y en el Gran Teatro de Córdoba.
“La obra discográfica de Carmen Linares es digna de elogio y admiración, pues la ha cuidado rigurosamente, siendo muy bien aclamada por la crítica especializada y en donde ha recibido importantes premios”, dijo Barberá.
El Premio de la Academia de la Música a Toda una Vida (2011); Mejor Álbum Flamenco a Raíces y Alas (2009); Medalla de Oro de las Bellas Artes (2006); Premio Nacional de Música (2001); Medalla de Plata de la Junta de Andalucía (1998); Premio Academia Francesa del Disco (1991) y Premio Ícaro (1998).
“Carmen Linares es sin duda una cabal en arte y dentro de su largura cantaora, aún ha tenido tiempo de acordarse de los poetas universales tales como Federico García Larca, Juan Ramón Jiménez, José Luis Borges, Antonio y Manuel Machado Rafael Alberti, José Ángel Valente y a Miguel Hernández al cual homenajea en su reciente disco-libro titulado 'Verso a Verso' y en la que cuenta con las colaboraciones de Silvia Pérez Cruz y Arcángel”.
Ha grabado álbumes de referencia como Canciones Populares de Lorca, Antología de la mujer el cante y Raíces y Alas. En estos últimos veinte años ha presentado espectáculos por todo el mundo. “Destacamos Oasis Abierto, Ensayo Flamenco, Remembranzas, Encuentro y Cu4tro.
Y aún tenía más que contar el presidente de la Cátedra. Y más que decir. “Carmen Linares es sin duda, la gran representante femenina del flamenco actual y es que siempre he dicho que la mujer en el cante, es la que mejor sabe 'dolerse' ... porque de su grito desgarrador y por seguiriyas ... nace una vida”.
La distinción, “más que merecida”, la iguala en este caso los anteriores galardonados, caso de Rancapino, Fosforito, Paco Cepero, Lebrijano y Curro de la Malena. “Todos al igual que tú, Leyendas del Flamenco y espejo donde deben mirarse las generaciones que os preceden de cantaores y cantaoras, pues sois como la 'madre' de esa gran bota de vino, que es el flamenco.
Ya saben ustedes, además, por qué Antonio Barberá es el presidente de la Cátedra de Flamencología de Cádiz. Porque sabe todo eso que contó y que queda dicho en los anales del premio nacido en La Isla para premiar a los vivos y a los que ya no tienen nada que demostrar.
¿Que no? Sólo hay que preguntarles a los que vieron y escucharon a dos grandes, mujer y hombre, hablar de tú al flamenco, gozar con ellos y terminar diciendo “qué suerte que hemos venío...” Como dice la letra por soleá.