¿Quién teme a Moreno?

Publicado: 24/04/2024
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Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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El que está sosteniendo a la sanidad privada, nuestro inefable presidente, el que pregona ¿quién me tiene miedo a mi?, con su sonrisa ya gastada de...
El que está sosteniendo a la sanidad privada, nuestro inefable presidente, el que pregona ¿quién me tiene miedo a mi?, con su sonrisa ya gastada de tanto forzarla, parece negar un hecho cada día más claro. Nadie tiene por qué temer a Juanma. A Juan Manuel Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, todos los andaluces. Porque, será para continuar la equívoca política sanitaria de sus antecesores, sigue sosteniendo a la sanidad privada con el dinero de la necesaria atención a la pública actual. Lo cual hace temer también la que nos espera. El dinero reservado por Moreno en los presupuestos para este año, podría cubrir todas las vacantes de médicos, producto de su escasa inversión en sanidad pública. Porque si la Junta y su Consejería de Salud quisieran, habrían médicos suficientes para atender a todos con toda decencia.

El problema, él debe saberlo, no es de falta de material, ni de quirófanos, ni de consultas. Es de falta de profesionales que no están contratando desde que ese dinero lo destinan a derivar enfermos. Hay consultas, quirófanos, material técnico, máquinas, de todo, y sólo se precisan los profesionales necesarios para ponerlos a funcionar de nuevo. No se contratan para que el usuario note la falta, pues el proyecto en marcha incluye convencernos de la inutilidad de la sanidad pública para que nos pasemos a la privada. Quienes puedan, está claro. Pero eso a él no le preocupa, se la puede pagar.

Por lo tanto, hay como se ha dicho, medios técnicos y científicos suficientes, pero faltan profesionales. Si el dinero gastado en derivar enfermos a clínicas privadas se invirtiera en el propio Servicio Andaluz de Salud, seguro que hasta quedaría suficiente para mantener esa maquinaria, esos medios técnicos y científicos. ¿Qué falta? Voluntad. Voluntad de servir de forma adecuada a quien necesite esos servicios, ya sufragados por los contribuyentes. Voluntad hay, claro, de enriquecer a la sanidad privada para sustituirla por la pública y que cuando cierren y privaticen hospitales, quienes no puedan pagarla se sienten en las puertas de las iglesias, como en la Edad Media.

El pase de mucha gente a la sanidad privada constituye una ayuda inestimable para esas empresas. Y una pérdida irreparable para la atención sanitaria, especialmente lamentable en el momento en que quienes no puedan sufragarla se vean sin atención. Porque las aseguradoras ahora en auge con el dinero detraído a la inversión pública, sólo asumen consultas y a veces operaciones, muy lejos de la atención prestada por la pública dónde, por ejemplo, en cualquier operación incluye el post operatorio. En la privada eso y muchas cosas más, deben pagarse aparte.

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