La Hermandad del Rocío de Camas ultima los preparativos para iniciar su peregrinación hacia la aldea almonteña. Un trabajo intenso y complejo que se vive con ilusión, pero también con mucha responsabilidad, especialmente para quienes están al frente de la organización. Así lo expresa Francisco José Míguez Morete, hermano mayor de la hermandad, que afronta este año su última romería en el cargo tras seis años de mandato y una década en la junta de gobierno.
“Son unas semanas de mucho trabajo, sobre todo para Secretaría”, reconoce. “Hoy en día todo requiere mucho papeleo, tanto para la Guardia Civil como para la Hermandad Matriz”. A pesar de la carga administrativa, asegura que el respaldo de sus compañeros es fundamental. “Gracias a mis compañeros podemos gestionarlo todo. Están haciendo una labor increíble”, afirma. “La responsabilidad siempre recae sobre el hermano mayor. Es un cargo de peso en el pueblo, pero se lleva con muchísima alegría y satisfacción”.
Con emoción contenida, Míguez señala que este año tiene un valor especial para él, por tratarse de su despedida como hermano mayor. “Es mi último año, se vive con ganas y con pena. Intentaré dar lo mejor de mí en lo que queda”. Recuerda su recorrido dentro de la hermandad: comenzó como alcalde de carreta y ha sido hermano mayor durante seis años. Una etapa que ahora llega a su fin, aunque sin dejar atrás su compromiso. “Tendré más tiempo, pero siempre estaré para la hermandad. Haré el camino como un romero más y estaré siempre al pie del cañón”.
De su vinculación con El Rocío, Francisco José Míguez habla con sentimiento. “Yo, por suerte, soy rociero de cuna. Me lo inculcaron mis padres. Se respira en mi casa todo el año”. Defiende que el verdadero sentido del Rocío no se refleja siempre en los medios. “La romería se muestra como una fiesta, pero el Rocío es mucho más. Es encuentro con gente, son charlas, rezos, momentos de acordarte de los que no están. Es algo muy sentimental y muy de encontrarte”.
Con respecto a la situación de la hermandad, el hermano mayor destaca el profundo amor que muchos cameros sienten por su Virgen, pero también lanza una reflexión sobre el compromiso en los tiempos actuales. “Camas es un pueblo rociero. Los que siempre han estado ahí quieren a su hermandad muchísimo. Pero por la evolución de la vida, nos estamos convirtiendo en una agencia de viajes. Hay muy poca gente que quiera estar comprometida, trabajando gratuitamente”. Una dedicación que, recuerda, implica muchas horas que se restan a la familia. “Ese tiempo y esas horas se las quitas a tu familia, que son los que entre comillas sufren eso con nosotros”. Aun así, se muestra esperanzado: “Confío en que siempre va a haber gente ahí. La Virgen y el Rocío es muy grande. La devoción que tiene Camas por la Virgen es muy grande”.
Con estas palabras, Camas da los últimos pasos antes de emprender su camino al Rocío, con la emoción intacta y el compromiso de quienes mantienen viva una tradición que forma parte del alma del municipio.
