Entre las canciones más significativas del período autárquico (1939-1954), hay cinco del sevillano Rafael de León y Arias de Saavedra. Fue el tiempo del nacional catolicismo que llevó a sus últimas consecuencias, salvo excepciones, los discutibles postulados de la Campaña Nacional de la Decencia, y que Dionisio Ridruejo denunció como el tiempo desgraciado en que parte de la Iglesia Católica tiranizó a la sociedad española y provocó en las generaciones que la sufrieron un rechazo eclesiástico nunca superado y base de la indiferencia religiosa posterior. La canción, como el teatro y la cinematografía, incluso los espectáculos circenses, no se libraron de la censura antes, durante y hasta de las represalias después de ejecutarse.
Los textos de canciones visadas por la censura que reproducimos en nuestra página, procedentes del archivo de Diego Lencina, reflejan las realidades sociopolíticas vividas como consecuencia de la Guerra de España (1936-1939), cuando el poder establecido por el nuevo Régimen entregó a la Iglesia Católica el control moral de las actividades relacionadas con las enseñanzas en todos sus ciclos, la cultura, el ocio y el costumbrismo con el objetivo de “recristianizar” a una sociedad que había sufrido durante los dos primeros tercios del siglo XX unos avatares excepcionales que le habían llevado al caos de la caída de la monarquía alfonsina, de la II República, del Frente Popular, de la guerra civil y de una larguísima postguerra.
La copla fue en todos los tiempos cauce de expresión popular. Ángel Rodríguez Valdés, en Coplas de la decadencia española (Contubernios y cachondeos de la España del siglo XIX), recopiló una curiosa antología de textos utilizados por el pueblo para satirizar, para explayarse, ante las desazones morales y pesadumbres provocadas por Fernando VII (Las espadas proclamaron / a un mal rey, ¡rey absoluto); los abusos de algunos eclesiásticos (...y los serviles volvieron / a encarcelar la alegría), y los episodios políticos que jalonaron la centuria decimonónica.
Sobre la copla del siglo XX hay numerosa bibliografía, y nos apoyamos en la síntesis de Manuel Vázquez Montalbán contenida en su Cancionero general del franquismo (1939-1975), en sus ediciones de 1972 y 2000, para valorar los contenidos de las varias etapas estudiadas, como las canciones nacionales, testimoniales y sentimentales, en dos épocas básicas (1939-1954 y 1955-1975), seguidas por el cancionero temático donde la religión y el erotismo tuvieron significados influyentes en la convivencia, el consumismo, las actitudes juveniles, la familia, el pancismo, el machismo y el feminismo.
De las decenas de miles de canciones registradas, Manuel Vázquez Montalbán selecciona sólo cinco como significativas por su utilización popular para expresar sentimientos de una época, y de ellas cuatro fueron escritas por Rafael de León, y otra, La guapa (1944) por Ochaíta y Valerio. Nosotros añadimos otra canción de León, Ojos verdes (1935). El repertorio seleccionado por Vázquez Montalbán, lo forman: No te mires en el río (1940), Tatuaje (1941), A la lima y al limón (1941) y Romance de la otra (1943). Unas canciones que sufrieron los rigores morales de los censores, y obligaron a Rafael de León a cambiar versos luego restituidos.
Rafael de León y Arias de Saavedra (Sevilla, 6 febrero 1908-Madrid, 9 diciembre 1982), es considerado por los estudiosos de su obra, y también por Antonio Burgos, el poeta popular más importante del siglo XX. El libro titulado Poemas y canciones de Rafael de León, suma ya tres ediciones revisadas y aumentadas entre 1989, 1994 y 1997, publicadas por Alfar y escritas por Josefa Acosta Díaz, Manuel José Gómez Lara y Jorge Jiménez Barrientos. Precisamente la última entrega añade un Índice selecto de temas y motivos amatorios escrito por el profesor Antonio Ramírez de Verger, latinista, ex rector de la Universidad de Huelva, que hubiera hecho las delicias de los censores.
A Rafael de León, poeta excepcional, los concejales comunistas y socialistas le negaron el título de Hijo Predilecto de Sevilla, propuesto por el entonces alcalde andalucista Luis Uruñuela, como oportunamente recordó Antonio Burgos (“El Mundo”, 5 marzo 2000) al cumplirse el decimoctavo aniversario de su muerte. Así desagradeció la Sevilla oficial a quien durante su vida siempre la tuvo en sus labios.
“Rafael de León y Arias de Saavedra, VIII marqués del Valle de la Reina, VII marqués del Moscoso y IX conde de Gómara (Sevilla, 6 de febrero de 1908 - Madrid, 9 de diciembre de 1982), fue un poeta español de la Generación del 27 y autor de letras para copla, faceta esta última en la que se hizo famoso por haber formando parte del trío Quintero, León y Quiroga. Fue el letrista de algunas de las más célebres canciones populares españolas del siglo XX, como Tatuaje, Ojos verdes, A ciegas, A la lima y al limón ¡Ay pena, penita, pena!, María de la O, Con divisa verde y oro.
Durante su servicio militar en Sevilla conoció a Concha Piquer cuando actuaba en el Teatro Lope de Vega. Esta conocida intérprete de la canción española puso voz a muchas de sus mejores creaciones. En 1932, Rafael de León se traslada a Madrid bajo la influencia del gran músico sevillano Manuel Quiroga, que junto con el autor teatral Antonio Quintero, llegaría a formar el prolífico trío Quintero, León y Quiroga con el que tienen registradas más de cinco mil canciones. Al producirse la Guerra Civil Española Rafael de León se encontraba en Barcelona y allí es encarcelado por parte de las autoridades republicanas debido a su origen aristocrático.
Rafael de León pertenece por derecho propio a la denominada Generación del 27 de los poetas españoles, aunque un incomprensible olvido ha hecho que nunca figure en esa nómina. De ningún poeta español del siglo XX han sido tan recitadas sus poesías y tan cantadas las letras de sus canciones, pero sigue siendo el gran ausente al hacer recuento del ámbito de la cultura popular española de la posguerra. En casi toda su obra, inspirada en ambientes muy típicos de Andalucía, queda reflejado el gracejo popular andaluz”.