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Sevilla

Esperanza universal

Sevilla volvía a echarse a la calle para arropar a la Esperanza de Triana en su traslado desde la Catedral hispalense hasta la Capilla de los Marineros

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Quedaban 167 días para que la Esperanza de Triana volviera a salir a la calle en su eterno paso, que a duras penas podía moverse este sábado de nuevo por las calles de Sevilla, igual que el pasado jueves, cuando era llevada a la Catedral para presidir la Eucaristía principal de los 600 años de la hermandad que la arropa, en otro impresionante momento de fe esperancista de miles de personas.

Son 23 semanas de espera para los sevillanos y los miles de visitantes que llenaban este sábado cada rincón del recorrido de una imagen que ya el jueves colapsó todo a su paso y que repetía la escena con más de 200.000 personas viéndola pasar.

Más o menos cerca, con más o menos devoción, esos espectadores saben la excepción que supone ver una procesión de una virgen de la Madrugá sevillana en los albores del mes de noviembre.

Visto lo visto por las calles de Sevilla, a los esperancistas se les van a hacer muy largas las 4.000 horas que quedan para que su virgen salga a la calle en la madrugada del 19 de abril próximo, pero les queda un saco de recuerdos de dos días con la virgen más marinera de la Semana Santa sevillana en ubicaciones distintas a las que las retinas cofrades se han acostumbrado con el paso de los años, como verla en la calle sin su Cristo de las Tres Caídas, al que sigue cada madrugá por las calles de una Sevilla de luto.

Esa ausencia ha sido motivo para que los costaleros del Cristo cumplieran algo sólo reservado a unos pocos: llevar el paso de la Virgen alternándose con la cuadrilla mariana, cambiando por unos metros el señor con la cruz a hombros por la reina de la calle Pureza.

La acumulación de gente hacía difícil recorrer las calles por donde pasaba el cortejo de la Virgen, algo similar a lo que ha ocurrido durante el tiempo que la Esperanza ha estado en la Catedral, con cientos de personas acudiendo a verla en el Altar del Jubileo, al que llegó la noche del jueves.

Tal fue la demanda que la catedral habilitó un horario especial ininterrumpido para que todas las personas que quisieran verla lo pudiesen hacer, desde las 8 de la mañana a diez de la noche, entrando por la Puerta de Palos, junto a la Giralda.

Para ello, ha sido imprescindible la colaboración entre Hermandad y Catedral, por lo que se puede leer este agradecimiento en la web oficial de La Trianera, cono el cariño de la gente llama a esta Virgen: “Gracias al Cabildo de la Santa Iglesia Catedral por su absoluta colaboración para facilitar el acceso a la Santísima Virgen”.

Tras la intensa víspera y la Eucaristía de la mañana del sábado, a las cuatro en punto de la tarde se abrían las puertas de la Catedral para que saliera la cruz de guía y los miembros del cortejo esperancista, y minutos después lo hacía la Virgen, mostrando de nuevo el manto de los dragones y la réplica de la saya de Juan Belmonte.

No es una procesión cofrade, si se tiene en cuenta el calendario de la Semana Santa, pero el silencio que imperaba a la salida de la imagen era casi instintivo, emulando al que recibe a la imagen al dejar la Capilla de los Marineros cada año.

Las escenas de cada recorrido se repetían, pero con la luz del día sustituyendo a la intensa noche que rodea a buena parte del recorrido de la Trianera cada año, otro motivo para tildar de “histórico” aquel sábado de noviembre cuando la Virgen volvió a casa.

Y todo mediante una página escrita en la historia en 1418, cuando se fundó una hermandad de luz con el título de la Esperanza, establecida en la Real Parroquia de Señora Santa Ana y relacionada con el gremio de los ceramistas, y que constituye no sólo la más antigua de Triana, sino una de las más antiguas de Sevilla.

Como han demostrado estos dos días, tiene aún muchas páginas en blanco de su historia para ser escritas por esperancistas de los cuatro puntos cardinales.

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