Hoy jueves se inicia la retirada de los andamios de la torre de la iglesia parroquial de San Bartolomé, una vez culminada la primera fase de la restauración programada para las fachadas de este templo del siglo XVIII, que ha realizado la empresa Marve SLU bajo la dirección de la arquitecta María Dolores Robador.
La torre precisaba una actuación urgente, una vez detectados problemas estructurales, de entrada de agua, lesiones de materiales y de elementos constructivos. La intervención ha estado precedida de una fase de estudio y diagnóstico, y, según destaca la arquitecta, “la torre se ha valorado desde un punto de vista patrimonial, considerando la materialidad de su crónica constructiva, su significado en la historia arquitectónica del templo y el sentido simbólico de la misma en el contexto del barrio de San Bartolomé”.
La torre presentaba grietas en sus muros, en las escaleras del interior de la caña y en los arcos, columnas y bóveda del campanario, y se descubrió que el cuerpo de campanas poseía muchos refuerzos en su estructura con barras de hierro, principalmente en los arcos y bóveda. Igualmente, las cuatro columnas esquineras poseían vástagos de hierro en su núcleo central, que por oxidación habían incrementado su volumen agrietando los fustes y rompiendo el entablamento superior. Las columnas, capitel y entablamento se han desmontado y se han reconstruido con alma de acero inoxidable.
Deterioro provocado por el agua
De la acción del agua se han derivado otros problemas. Desde mediados del siglo pasado, cuando se arruinó la cúpula, el agua entraba por un óculo, minando la resistencia del campanario. Se ha planteado la recuperación de la cúpula perdida, utilizando materiales acordes con la tradición constructiva sevillana, algo que no se ha llevado a término en esta actuación por falta de medios económicos. En cambio, se ha cubierto la torre con una cubierta de zinc facilitando su accesibilidad y mantenimiento mediante una escalera de pates.
La consolidación de las fábricas, pretiles, antepechos, cornisas, balcones y frontones se ha realizado con materiales y técnicas tradicionales. Del mismo modo, se han restaurado los pavimentos, la cerámica vidriada y la cerrajería, y se ha instalado un nuevo sistema de iluminación y pararrayos. Además, se han sustituido las maderas podridas de los yugos y contrapesos de las campanas y la carraca, dejando expuestos los antiguos elementos en una hornacina descubierta en el interior de la torre.
Máximo respeto a su historia cromática
La recuperación de los colores de la torre se ha planteado desde el máximo respeto a su historia cromática, estudiando la documentación gráfica y analizando los restos materiales de las capas de pintura a través de observación visual y estudio científico: colorimetría, estratigrafía, etc. En este sentido, se han valorado los restos de policromía en frontones, cornisas, triglifos y ménsulas de los balcones, siendo una guía para los nuevos revestimientos aplicados. Los nuevos enlucidos son de igual naturaleza que los perdidos: morteros de cal con pigmentos minerales, que han otorgado los mismos colores que poseía la torre, respetando así la tradición constructiva y garantizando su durabilidad.
Robador subraya que “esta restauración ha permitido recuperar el juego de policromías que los paramentos y elementos compositivos establecen con la cerámica vidriada original y los elementos moldurados de barro cocido, buscando la integración y gradación de los colores que manifiestan la rica policromía que conforman la piel de San Bartolomé”.