El, quieto. Apoyándose en la punta de los pies y mirada al frente. Ella se mueve alrededor, y ambos giran evitando salirse de una baldosa imaginaria. Es el chotis, el baile castizo madrileño al son de un organillo. Visto lo oído durante la campaña electoral, qué mejor que algunos candidatos se vistieran de chulapos y chulapas para practicar ese baile y rebajar la tensión previa al 4M. Por ejemplo, Pablo Iglesias podría ser
Pichi, ese chulo que castiga, e Isabel Díaz Ayuso, la
Violetera, cantándole eso de
llévelo usted señorito/que no vale más que un real/ cómpreme usted este ramito/pa lucirlo en el ojal.
Estos comicios autonómicos con ribetes de generales nos han inundado y prometen consecuencias a lo largo y ancho de la piel de toro, también al sur de Despeñaperros. Son los comicios y sus circunstancias. El PSOE federal está esperando que pasen las elecciones en Madrid para convocar las primarias lo antes posible, y confirmar que Juan Espadas, con el beneplácito de Ferraz, será el rival de Susana Díaz en la lucha por ser el candidato de los socialistas a la Presidencia del Gobierno andaluz.
Igualmente, parece que el futuro de Ciudadanos pasa por la Puerta del Sol. Si se confirma, como dicen las encuestas, que la formación naranja no supera el 5% de los votos y se queda fuera de la Asamblea madrileña, el liderazgo de la jerezana Inés Arrimadas estaría más que cuestionado tras el mazazo de las catalanas y ahora las capitalinas. El único futuro que le quedaría a Ciudadanos sería la fusión por absorción con el PP.
No queda ahí la cosa. La extrema derecha se ha colocado de nuevo en el centro del debate tras el fallido de la cadena Ser. Se vuelve a hablar de cinturón sanitario para sacar a Vox de las instituciones cuando en realidad lo que hay que hacer es rebatir con argumentos a esa formación, aunque no sea fácil. Ya lo decía el filósofo alemán Jürgen Habermas: “lo que se necesita más bien es un juego de argumentación, en el cual razones motivantes reemplacen argumentos definitivos”. No hay que olvidar que el voto de este partido está integrado por ciudadanos de extrema derecha, pero también por otros que lo utilizan como sufragio de castigo a las formaciones tradicionales y sus políticas.