Un Via Crucis en el interior de la iglesia de La Palma ha sustituido el desfile, en el que todos los hermanos se han agolpado en torno a sus imágenes, llorando la impotencia de no poder vivir un año más el encuentro entre los algecireños y su Cristo.
En las puertas, Algeciras aguardaba impaciente, bajo un manto de lluvia, la salida del Cristo, y la multitud se han mantenido a las puertas de la parroquia, donde el Via Crucis ha llevado el desfile de los dos pasos hasta los ojos y las manos de los fieles, en un momento cargado de emoción.
El respeto, el silencio, la oscuridad y la pena se han mezclado en una noche cargada de sensaciones, donde la belleza y la humildad de Jesús ha calado con más hondura si cabe entre los asistentes.