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Finca Ecocinelle o la pura armonía con la naturaleza para que las fresas sepan a fresas

Nos adentramos en la Finca Ecológica Ecocinelle para conocer su extraordinaria labor y para hablar del proyecto del Mercadillo El Colorado

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Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

Fresas de la Finca Ecológica Ecocinelle.

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

  • "El uso de fauna auxiliar funciona mucho mejor que la química, es más barato, más sano y más efectivo"

Días atrás me comentaban que una serie de personas estaban organizando un mercadillo de productores y artesanos de la comarca de la Janda. La idea es que el mismo se ubique en El Colorado y se inaugure en marzo. El proyecto me atrae y decido hablar con uno de sus promotores, Pedro José Muñoz Sánchez, quien junto a su pareja, Elisa Patiño, son también los gerentes de una finca ecológica en la zona de Barrio Nuevo. Antes de llamarle me informo un poco… la finca se llama Ecocinelle… ¡Uf! Ya el nombre me despierta esa curiosidad que me arrastra en multitud de ocasiones a conocer a gente maravillosa, a esa clase de personas cuya existencia es fundamental para que el mundo no sea la mierda que tantas otras se esfuerzan en que sea. Sin que exista la palabra, en privado las denomino homo-equilibrio… Así que marco su número y quedamos… me manda la ubicación, su finca está en el carril de Pies Quemados… ¡Uf! Tiene buena pinta…

Queremos poner en valor lo que tenemos aquí, acercar nuestros productos a los clientes. Queremos visualizar la riqueza de la comarca, desde los vinos, el aceite, los quesos, la miel, la sal, las verduras, a la artesanía

El objetivo del encuentro es hablar sobre el mercadillo pero es ver la finca y el guión que llevaba en mi cabeza cambia por completo… antes del mercadillo quiero saber quiénes son  Pedro José Muñoz Sánchez (Er Perico) y Elisa Patiño… “Ese loco con el pelo largo” que ya todo el mundo sabe que de loco poco… en todo caso, un pionero, “una punta de lanza” de la producción ecológica en esas tierras de antiguos colonos que rodea Barrio Nuevo y El Colorado… De hecho, no son pocos agricultores los que ya le preguntan por esto y aquello, e incluso buscan consejo en un hombre que forma parte de la tercera generación de agricultores y que ha practicado, o mejor dicho, ha puesto en marcha y trabajado en varios sistemas o variantes de agricultura hasta que hace unos años decidió apostar por el cultivo ecológico. El medioambiente se lo agradece, la salud también… y el paladar, sin duda. Fresas que saben a fresas, tomates que son golosinas...

“Mi abuelo fue el primer colono, luego mi padre siguió con la agricultura y nosotros somos la tercera generación”, aunque desde hace varios años producen “en ecológica y certificada”, remarcando lo de certificada porque así lo contempla la ley y porque no es sencillo contar (y mantener) con esa certificación.

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

De de hecho, una o dos veces al año, a la finca se acercan inspectores para analizar la huerta, las ventas… “y se van encantados” con el trabajo que allí se realiza. Y antes de lograr esa certificación, “lo primero es registrarte y pagar (risas). Tras ese trámite, la finca debe pasar un periodo de dos años de conversión en ecológica para que la tierra se regenere y se libre de los químicos”. Dos años que para cualquier productor se hacen muy duros porque “no hay ayudas, ni mercado, ni puedes usar la palabra ecológico… costó mucho trabajo, mucho sacrificio y es ahora cuando estamos bien, al menos ya tenemos para pagar (risas)”.

Es un periodo duro y que echa a muchos agricultores para atrás… “deberían darnos más facilidades, sobre todo para quienes quieren empezar. Así se adentraría en lo ecológico mucha más gente”… al menos si la intención final de las administraciones es favorecer al medio ambiente y a la salud.

Por otro lado, “uno de nuestros objetivos y el que debería ser de todos los productores, es lograr la soberanía en las ventas, que podamos establecer el precio… de lo contrario, mira por ejemplo las protestas que se están produciendo. La soberanía en la venta es la única manera de salir adelante, ya sea con ventas directas o a través de cooperativas, siempre y cuando éstas no estén manipuladas o politizadas. Si la fresa vale tres euros por qué la tengo que vender a dos euros y por debajo del coste de la producción…”.

 

Los bichitos... la fauna auxiliar

Entre tanto, abre una caja que le ha llegado por mensajería. De ella extrae un pequeño bote lleno de bichitos… “Son Aphidius colemani, una micro avispa parasitoide”,  originaria de la India aunque actualmente está naturalizada en todos los países mediterráneos. Alucino…, pero ahí no queda la cosa.

Nos acercamos a una planta que rompe con la estructura del resto de cultivos. “Una hierba de punta… en concreto es cebada…”. La observo y está plagada de puntitos negros…  “Son pulgones… Rhopalosiphum padi… y son el alimento de las avispillas que los parasitan. Les colocan un huevo dentro. Lo bueno que tiene es que es específico de hierbas punta, no se expande en el cultivo y es un método efectivo contra otras malas hierbas, al tiempo que lo controlamos con las colemani, creando un ecosistema natural que nos permite no tener que hacer uso de pesticidas y otros venenos. Y es mucho más efectivo”.

Es la primera vez que observo el uso de fauna auxiliar para la producción ecológica. Tal y como me explican Pedro y Elisa, es un enfoque sostenible y respetuoso con el medio ambiente para cultivar alimentos. Si lo he entendido bien, en este método, se fomenta la presencia y el uso de organismos vivos beneficiosos para controlar las plagas y mejorar la salud del cultivo, en lugar de depender de productos químicos sintéticos.

La fauna auxiliar incluye insectos, arácnidos, aves y otros organismos que desempeñan un papel fundamental en el control biológico de plagas. Estos organismos depredadores o parasitoides ayudan a mantener bajo control las poblaciones de insectos perjudiciales para los cultivos, eliminando la necesidad del uso de pesticidas.

Gracias al uso de fauna auxiliar  se crean hábitats naturales en y alrededor de los campos agrícolas para atraer a insectos beneficiosos, aves y otros animales que ayudarán a controlar las plagas. Por otro lado, también se siembran flores y plantas que atraigan insectos beneficiosos, como mariquitas, avispas parasitoides y depredadores naturales o que sirvan como herbicidas como es el caso de “la tetragonia o espinaca de Nueva Zelanda”, me comenta mientras me la muestra y me pregunta si como “verde” en crudo… le digo que sí, arranca una hoja y la pruebo. Su sabor es más potente que la espinaca sin dejar de ser suave, algo terroso y salado. “La usamos como herbicida porque ahoga a otras plantas e impiden que crezcan, pero también la vendemos y la consumimos”. Un tres en uno perfecto que “solo requiere atención porque es invasiva y tenemos que controlar que no expanda demasiado”.

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

Y es que en Ecocinelle tienen claro que uno de los objetivos, ya logrado, es no usar “venenos” como los pesticidas para controlar plagas, ni químicos o fertilizantes como los nitratos, sulfatos, fosfatos, etc. Aunque ello conlleve cambiar, rotar los cultivos de ubicación específica a lo largo del tiempo, ya que además de enriquecer la tierra, también ayudar a interrumpir los ciclos de vida de las plagas y fomentar la diversidad biológica.

“Nosotros”, explica Pedro, “rotamos los cultivos por grupo de familias... hortalizas, liliáceas, solanáceas, cucurbitáceas, crucíferas, etc. Y para ello debemos conocer bien a qué familia pertenece cada planta… Es decir, donde hemos plantado tomate, que pertenece a las solanáceas, en la siguiente rotación no plantamos patatas, que es de la misma familia aunque parezca que no”.

La idea es que “el intercambio bajo tierra sea distinto, no sea siempre el de una misma familia aunque se cambie el cultivo. Esa rotación ayuda a enriquecerla”. En esta finca, de una hectárea, se producen hasta 58 productos diferentes… de forma alterna, desde patatas, tomates, cebollas, hasta fresas, papayas, maracuyás, melones y en breve plátanos. Un paraíso vegetal a la vuelta de la esquina.

No sé si al lector le sonará como algo sencillo… poner un bicho aquí, una planta allá… pero creo que está claro que no. Es un proceso largo, que conlleva muchísimo aprendizaje y muchísimo esfuerzo… no es de un día para otro, hay que tener paciencia, aunque el resultado final bien merece la pena… porque “el uso de fauna auxiliar funciona mucho mejor que la química, es más barato, más sano y más efectivo… lo único es que es a más largo plazo, no lo echas hoy y mañana funciona. Hay que ir pasito a pasito”.

En la finca también han hecho uso de los patos para eliminar una plaga de cochinillas… “soltamos una camada de 21 patitos y era una aspiradora. En dos semanas, en las que removimos la tierra, ésta quedo limpia”, incluso de caracoles. También gallinas con sus polluelos, ya que cuando están en crecimiento apenas comen vegetales y buscan proteínas… es decir, insectos. Y adiós a los grillos… Eso sin contar que al no usar pesticidas, los pájaros insectívoros proliferan y hacen su impagable labor… “No podemos olvidar que con los pesticidas se envenenan a los bichos pero también a quienes se alimentan de ellos”.

Y así lo hicieron Pedro y Elisa que recuerdan cuando se fueron con sus hijos a El Palmar y se dedicaron a coger coccinellas (una pista más sobre el nombre de la finca),  el género más común de mariquitas, esos bichitos de caparazón rojo moteado con manchas negras. Lo hicieron para luchar contra una plaga de pulgones “y funcionó muy bien. Además vimos todo el proceso desde que sus larvas devoraban al pulgón. Incluso trajimos a colegios para mostrárselo”.

Esto es importante porque “es fundamental el conocimiento de la fauna que te rodea, ya sea para la agricultura ecológica o para cualquier otro tipo. Ahora ya ha muchos agricultores de la zona que usan fauna auxiliar porque, simplemente, funciona muy bien”.

 

Conversión a ecológico

Tras  varias experiencias en distintos tipos de agricultura, fue en 2018 “cuando nos pasamos a la ecológico, aunque con la fauna auxiliar comenzamos antes pero vimos que no tenía ningún tipo de reconocimiento aquí en España. El salto real fue por educación y salud, para inculcarles a los niños lo que es una buena alimentación y una vida saludable… nos parecía ilógico vivir aquí pero estar comiendo ‘veneno’ y respirando ‘aire contaminado’…”.

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

Y es que la salud “de nuestros hijos no tiene precio”. Son tres, Elena, Eva y Eric… de 14, 12 y 8 años… “Y su madre es Elisa y yo ‘Er Perico’…”. Una ‘E’ que junto al prefijo ‘Eco’, que también comienza con la ‘E’, fue la que se unió a la coccinelle (la mariquita que fueron a ‘cazar’ para luchar contra los pulgones) para formar, ¡tachán!, el nombre de la finca… ‘Ecocinelle’, así que ya he resuelto uno de los misterios, una de esas curiosidades que guiaron mis pasos hasta esta maravillosa esquina del mundo.

2018. Dos años de conversión. Muy duros… “fui una especie de punta de flecha en la Cooperativa, pero los compradores son los mismos que vienen a comprar a químicos y querían pagar al mismo precio. Fue muy complicado vender en reconversión porque no podíamos usar la etiqueta de ecológico y aún no se entendía. De hecho, aún muchos no lo entienden, piensan que es imposible, pero vienen, lo ven y prueban el producto. Comprueban que sin pesticidas, ni nitratos, los sabores se potencian y eso tiene un valor en el mercado… incluso hay líneas específicas en muchos supermercados”.

El problema es que los precios son altos porque hay intermediarios en ese proceso que compran barato, como si no fuera ecológico, y luego lo venden caro. Pedro insiste en que “el ecológico saldrá adelante cuando la soberanía del producto la tenga el productor y pueda fijar el precio. Más de la mitad de las ganancias debe recaer en el productor que es el que asume los costes y los riesgos. No es viable que el intermediario se lleve el triple de las ganancias del producto… tendría que obtener un 20 por ciento de la venta de mi producto, no el 200 por ciento. En estas últimas manifestaciones me quedo con una foto de un cartel que ponía que compran un kilo de naranjas por 12 céntimos y la bolsa de plástico con la que se vende en el supermercado vale 15 céntimos. Así no complicado que sea viable”.

Elisa remarca que “a pesar de esto, no es solo lo económico lo que buscamos. A nosotros nos llena el agradecimiento de la gente cuando la gente consume nuestro producto, es algo que no se logra vendiendo en una cooperativa o a grandes superficies”.

Al principio, para vender sus productos, “intentamos ir a tiendas pero les costaba aceptar los precios y en la cooperativa de las Virtudes, aunque trabajamos con ella, no contamos con cantidad suficiente. Así que desde hace un tiempo hemos apostado por la venta directa a particulares, a familias y nos va muy bien. También queremos tener puntos de venta en tiendas con un precio fijado y un reparto de las ganancias dentro de la lógica. Ya estamos en una y queremos seguir ampliando esta línea”.

Lo que está claro es que “ya hay más gente que aprecia este producto. Vienen muchas personas a la finca a comprar y por eso establecimos un día de visita los sábados de once a una de la tarde, en el que también enseñamos cómo trabajamos, cómo es el proceso.

Un proceso basado en el aprendizaje continuo y en el esfuerzo que, evidentemente, no es tanto si se cuenta con esa dosis de pasión que emana en cada palabra que pronuncian Pedro y Elisa. Una vez pasado los primeros años en ecológico, no dudan en afirmar que “nos sentimos muy orgullosos, muy contentos y con más ganas incluso que al principio. Ganas de seguir aprendiendo y de buscar más proyectos”.

Al principio “nos costó mucho esfuerzo y estuvimos cerca de desilusionarnos porque ves que estás haciendo una labor buena y bonita pero que no está valorada”. Ahora, la comunidad agrícola de la zona, aquella que hablaba de “ese loco con el pelo largo” ya sabe que no está tan loco e incluso alaban lo que está haciendo en esa finca regada por el sudor de tres generaciones de agricultores… “Alguno me pregunta cosas o me pide consejos… porque es importante compartir conocimientos y experiencias”.

Aún así, lamentan que “fuera de España los productos ecológicos es lo que se vende y aquí aún estamos varios pasos por detrás. De hecho, muchos de nuestros clientes siguen siendo extranjeros afincados en la zona, pero poco a poco vamos a más… es importante dar a conocer el producto porque cuando alguien prueba una fresa que sabe a fresa, ya le cuesta volver a las otras”.

Pedro José Muñoz Sánchez y Elisa Patiño

“Hay una tendencia, eso es evidente. Antes era el loco pero el loco ven que sigue vivo. Además, hay más empresas, cercanas, que venden fauna auxiliar y cada vez se usan más porque los agricultores tampoco quieren trabajar con químicos”, explica Pedro quien insiste en la soberanía del agricultor y el ganadero… “Quieren comprar a precios bajos y vender como ecológicos luego, es decir, quedarse con nuestro esfuerzo. Hay que cambiar el concepto de quién pone el precio. En Manzanete hay un hombre que tiene ganado ecológico. Se lo compra una empresa de Andorra que luego revende esa carne como ecológica del Pirineo, quedándose con ese valor añadido. Eso debe cambiar. Hay que apostar por venta de cercanía, por lo loca como filosofía, como siempre ha sido… tenemos excelentes verduras, carnes, vinos, sal, aceites, quesos, que producimos aquí y que debemos poner en valor nosotros”.

Para eso “debemos darnos a conocer. Dar a conocer nuestros productos como hacemos en la Ruta de la Huerta en la que participamos realizando catas para que la gente pruebe lo ecológico y perciba la gran diferencia que existe con lo químico”.

 

Mercadillo El Colorado

Y aquí es donde encaja a la perfección la idea de organizar un mercadillo en el que los productores de la Janda expongan sus productos y los acerquen a los consumidores… “una idea que llevamos casi dos años trabajando”, dos años de trabajo que en marzo o abril verá sus frutos en El Colorado.

“Hemos hablado con productores, con artesanos, y ha tenido una gran acogida… de hecho a día de hoy son casi 40 los participantes” que expondrán las riquezas gastronómicas y artesanales de la comarca, aceite, miel, sal, vino, verduras, quesos, panes y collares, pulseras, obras de arte… todo en un mercadillo que se celebraría el segundo y cuarto domingo de cada mes.

La intención es que sea en marzo aunque aún están en conversaciones con el Ayuntamiento para cerrar algunos flecos. “Queremos que el Consistorio se dé cuenta de la riqueza que existe en la zona. Queremos que los consumidores también la conozcan. Queremos darle valor a lo que tenemos aquí, acercar nuestros productos a los clientes… cambiar la filosofía de que nos lo den todo hecho. Que los vecinos y vecinas conozcan a los artesanos que elaboran sus productos a mano con productos de la zona, que sepan que pueden hacer muchas cosas con lo que hay en nuestro entorno, que vean los procesos, que puedan aprender”.

En definitiva, poner en valor lo local y crear un espacio para los productores y artesanos que no suelen tener una tienda y en el que se exponga una gran diversidad de productos. Un espacio “abierto a toda la comarca para que se visualice y se ponga en valor nuestra riqueza que es impresionante”.

La acogida “nos ha sorprendido, ha sido increíble. Ya son 39 los participantes y aún no se ha inaugurado. Esperamos que sea en marzo y a más tardar en abril. Es una idea que beneficia al productor, que lo que quiere es vender su producto, y al consumidor, al que se lo acercamos y se lo damos a conocer”.

La conversación está llegando a su fin… sobre la mesa, una jarra de agua, dos cervezas artesanales y una fuente con fresas que, madre mía, saben a fresas. Ya había probado uno de sus tomates y, de veras, es otro nivel. Bajo la mesa, aprovechando los primeros rayos de sol de la mañana, descansan tres perros. La finca, por más que cambie mi ángulo de visión, me parece un paraíso, se nota el esfuerzo y se nota la pasión. La tierra huele a experiencia y a paso del tiempo y bajo sus invernaderos se alimentan las plantas del cariño con el que son tratadas. No es cantidad, es calidad. Y qué calidad… le pregunto, antes de partir, por el futuro…

… “Me veo mandando y que trabajen otros”, comenta Pedro no sin volver a regalarnos una carcajada pura y sincera… “quiero sacarle partido al conocimiento y dejar un poco al lado es esfuerzo físico. Queremos expandirnos, sí, pero es que las tierras son mucha caras, incluso alquilarlas”.

Su ilusión roza la utopía, aunque no lo sea… “me encantaría que toda la huerta de Conil sea ecológica un día. Una huerta que ya tiene su fama y que la tendría aún más si fuese ecológica. Algo parecido a lo que ha pasado en Coín (Málaga). Todo el valle es ecológico y funciona a la perfección”.

Con el sabor de lo puro aún jugueteando en mi paladar, me marcho sintiendo la biodiversidad que emana este entorno agrícola que ha logrado mantener un equilibrio natural entre las especies, como un ecosistema perfecto, como fue en el pasado, como nunca debió dejar de ser. ¿Loco? Ni de coña. Locos son los que no promueven la salud del suelo, la biodiversidad, la calidad de los alimentos y la sostenibilidad a largo plazo. Pedro y Elisa han construido un oasis equilibrado y sostenible… “Hemos ganado (nosotros y nuestros hijos) en salud y eso es mucho”…

Ya en el carril de Pies Quemado pienso que no solo envidio esa capacidad de hacer realidad sus sueños… también envidio su mata de pelo (y sonrío). Bravo.

Fresas de la Finca Ecológica Ecocinelle.

 

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